martes, 25 de febrero de 2014

La Compañía Anónima del Tesoro Escondido

por Jinderson Quiroz


La historia de Venezuela siempre ha estado aderezada con relatos de tesoros y  grandes fortunas, y las desavenencias de todos aquellos que invirtieron buena parte de su vida en intentar apoderarse de ellos. Uno de los primeros ejemplos se remonta a la época de la conquista europea, cuando la supuesta existencia de “El Dorado” (una ciudad indígena con grandes reservas de oro) motivara a más de uno a anotarse en las duras expediciones que se organizaron sobre este suelo.

Sin embargo, este interés por encontrar tesoros de gran valor no se limita a primitivos e ilusos exploradores, sino que se extiende a lo largo de nuestra existencia como nación, viniendo a recalar incluso en importantes figuras marabinas. Pocas personas saben que en Maracaibo durante los años 20 del siglo pasado, en una de las casas de la calle Ciencias fueron desenterrados 500 mapas y planos que motivaron la constitución de la Compañía Anónima del Tesoro Escondido, con un capital suscrito y pagado por el orden de los 900.000 bolívares, y cuyo propósito era encontrar los tesoros ocultos que supuestamente podían hallarse en el Zulia.

Quienes formaron parte de esta compañía no eran precisamente individuos sin educación o personas sin oficio, por el contrario, se trataba de un grupo de personas muy influyentes en la región, como el abogado, juez y diputado Pedro París, integrante de una importante firma azucarera; el empresario Benito Roncajolo, quien llegó a ser presidente del estado; y Carlos Tarre Fossi, distinguido personaje de la ciudad. Ellos, junto a otros destacados hombres, se dieron a la tarea de contratar una potente grúa, equipos detectores de metales, así como a un anticuario, un grafólogo alemán, un grupo de buzos y un puñado de expertos excavadores. El entonces presidente del estado Zulia, Vincencio Pérez Soto, llegó a solicitar que se le aceptara como socio activo de la empresa, aunque ésta oficialmente nunca llegó a encontrar algún tesoro que contribuyera al retorno de la inversión.

 Tal emprendimiento resulta gracioso y un poco inconcebible, es como decir que actualmente los dueños de un importante periódico y alguna renombrada universidad crearan una compañía para encontrar tesoros en la ciudad y que la máxima autoridad del Zulia les exigiera ser aceptado como accionista de la misma.
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Este artículo fue publicado el 25 de Febrero de 2014 en mi columna de todos los martes titulada "Secretos Ocultos de Maracaibo", del Diario La Verdad.