lunes, 24 de septiembre de 2012

100 Cosas qué hacer en Maracaibo

Si eres de otra parte del país, o viviendo aquí te sientes alguna vez aburrido, debes conocer la lista de las 100 cosas que pueden hacerse en Maracaibo, esas que no deberías dejar de hacer si alguna vez pasas por la gran capital del occidente venezolano.

Esta iniciativa surgió del pana Jonathan Cruz (hoy exiliado en Caracas), quien contó con la colaboración de mi persona y algunos otros amigos para obtener como resultado la siguiente relación:


1.- Pasar el Puente Rafael Urdaneta
2.- Visitar la Basilica de Chiquinquirá
3.- Ir a la Isla San Carlos y conocer el Castillo
4.- Acampar en la Isla Zapara
5.- Pasar un domingo en la Vereda del Lago
6.- Caminar por el centro y Las Playitas
7.- Entrar al Museo Lia Bermudez y pasar por el penetrable de Jesus Soto
8.- Ir a una obra en el Teatro Baralt
9.- Tomarse un verguero de cervezas en Sarita
10.- Montarse en Ruta 6
11.- Comer "aguita e sapo", en Malancone preferiblemente
12.- Pasear en la Laguna de Sinamaica


13.- Ver el Relampago del Catatumbo
14.- Ir al juego de la Chinita
15.- Ir a un Amancer de Feria
16.- Comer cepillaos de Jesus Ríos
17.- Ir a un Templete en Santa Lucia
18.- Comer yoyos en la Cotorrera
19.- Desayunar Tumbarrancho frente al Club Bella Vista
20.- Comer tequenos en Chop's
21.- Visitar ExpoZulia
22.- Ir a algun parque de agua, Aguamania o Aquaventura
23.- Comer pescado en Cabeza e' Toro
24.- Comer pasta en "La Napolitana"
25.- Visitar La Plaza de la Republica
26.- Asistir a la bajada de la Chinita
27.- Ir a la Procesion de la Chinita 18 de Nov.
28.- Ir a la bajada de los Furros.
29.- Ir  A' Que LUIS, tomar cerveza y escuchar gaita.
30.- Comer Iguana en la Cañada de Urdaneta
31.- Ir a una "Matica", una "Muelita", un "Teterazo" o cualquiera de esas rumbas.
32.- Ir el 24 o 31 de Dic. al Pozon de Williams a escuchar gaitas
33.- Cenar en el único restaurant giratorio del país (Girasol, Hotel El Paseo)
34.- Pasear en el Tranvia 
35.- Recorrer de punta a punta el callejón de los pobres, y comprar algo!
36.- Contemplar el Angelito de Amparo
37.- Caminar Bella Vista con el encedido de luces
38.- Visitar el Planetario "Simon Bolivar"
39.- Ir a una corrida de toros en La Monumental, o protestar a la salida!
40.- Comerse una pizza tamaño "Tri-millejúa" en la Esquina de Palermo
41.- Atragantarse de pastelitos en cualquier PIPO
42.- Pasear en lancha, pasando por debajo del Puente Sobre el Lago
43.- Patinar sobre hielo en el Centro Comercial Galerías
44.- Comerse una donas al final de la tarde en MaxiDonas
45.- Visitar un domingo el popular Mercado de Los Corotos de La Cotorrera
46.- Observar las obras de Miguel Cabrera y Juan de Villegas en el Templo Santa Ana
47.- Visitar las exposiciones del Museo de Arte Contemporáneo del Zulia (MACZUL)
48.- Comer arepas "full equipo" de Sierra Maestra
49.- Ir a un juego de fútbol en el "Pachencho" Romero
50.- Disfrutar una rumbita en Mi Ternerita
51.- Comer carne y más carne en Mi Vaquita
52.- Asistir a las festividades de Santa Lucía en Diciembre
53.- Visitar el Museo Rafael Urdaneta
54.- Rezarle al Cristo Negro de la Catedral
55.- Conocer la Casa de Morales o Casa de la Capitulacion
56.- Disfrutar de un Templete en Caribe Concert
57.- Disfrutar la salida del sol desde la orilla del lago
58.- Montar moto de agua en Isla Dorada
59.- Tomarse un trago bajo la cascada de la piscina del Hotel Maruma
60.- Escalar en la pared de la Vereda del Lago
61.- Bañarse en la piscina del Hotel de Lago y tomar sol en el área de las Palmeras
62.- Asistir a un concierto en el Palacio de Eventos de Venezuela
63.- Visitar el parque "Tierra de Sueños", ubicado en Capitán Chico
64.- Entrar al Teatro Bellas Artes
65.- Conocer el auditorio de la Universidad Rafael Urdaneta
66.- Leer un libro en los espacios al aire libre de la Biblioteca del Estado

67.- Caminar hasta la orilla del lago en la Plaza el Buen Maestro
68.- Apreciar los Atlantes de la Botica Nueva en la Plaza Baralt
69.- Visitar el Zoológico
70.- Almorzar en el Establo de García
71.- Tomarse algo en Tas Café mientras se aprecia el lago
72.- Conocer el antiguo órgano de tubo de estilo gótico de la Iglesia Santa Bárbara
73.- Visitar la capilla San José de la Matilla de 1569 (Via la Concepción)
74.- Comerse un Patacón de Arepas Santa Rita o en la Boutique del Plátano
75.- Patinar en el Parque Rafel Urdaneta
76.- Visitar la placita de Alonso de Ojeda
77.- Adentrarse en la Ciudad Universitaria de LUZ sin perderse!
78.- Tomarse un trago en la Terraza 7 de la Torre Tendencia
79.- Ir a uno de los conciertos gratuitos en el Edif. Las Laras (PDVSA La Estancia)
80.- Pegarse una rumba gaitera en Alvarito
81.- Comer un salchiqueso o una hamburguesa de la plaza Indio Mara
82.- Montar en los caballitos de Grano de Oro
83.- Escuchar guaracha en la Esquina de la Sorpresa (Santa Lucía)
84.- Caminar por el Paseo Monumento de La Chinita
85.- Patinar en el Rollertec
86.- Visitar el Complejo Recreacional Conoce tu Puente
87.- Comer en Sabor Zuliano

88.- Jugar bowling en Pin Zulia
89.- Montarse en carrito "por puesto" bien sea Veritas, San Jacinto, Bella Vista, etc.
90.- Comerse un rico dulce en Jefrey's
91.- Asistir a un juego de Gaiteros del Zulia en el Belisario Aponte
92.- Hacer un "tour" por los "hoteles" vía a La Cañada (ustedes lo entienden)
93.- Subir en el "Metro" de Maracaibo
94.- Ir a Isla de Toas en ferry
95.- Armar una buena rumbita en La Guadalupana
96.- Pasar un rato en la doble vía (Grano de Oro)
97.- Comer mandocas en "Casa Vieja"
98.- Hacer compras en Centro 99, De todo y baratiiiiiiiiicoooooooo!!!
99.- Pasar el puente na'  mas para comer una arepa Cabimera a que Nohely
100.- Ir a la Sierra de Perijá

sábado, 22 de septiembre de 2012

¿Por qué nací en Maracaibo?

Del cómo un taxista maracucho incidió en el gentilicio de un niño.


Cuenta Domingo Alberto Rangel en su entretenido libro Entre Gochos y Maracuchos, que entre 1936 y 1980 (año en el que nací) la economía venezolana era las más dinámica o figuraba entre las más dinámicas de América Latina.

No lo dudo, mi padre, un antioqueño criado en el departamento de Santander (Colombia), pero tan venezolano hoy en día como la arepa, me cuenta que cuando promediaba los 22 años buena parte de sus contemporáneos –que compartían con él los deseos de fuga de aquél país convulsionado por la violencia– pensaban: ¡hay que salir de Colombia, solo dos países nos ofrecen posibilidades infinitas, Estados Unidos y Venezuela!

Mi papá, que nada sabía de inglés y difícilmente podía reunir lo necesario para llegar a la nación de los gringos, fue a recalar al oriente del país, a Puerto Ordaz. Allí trabajó en la construcción de la represa del Guri, que forma parte de la central hidroeléctrica "Simón Bolívar", la segunda mayor de América.

Cuando corría el año 1976 ó tal vez el 77 (la memoria no es perfecta), mi padre se viene al Zulia tras la promesa de un trabajo bien remunerado. Llega al terminal de Maracaibo a las 10 de la noche y se embarca en un Dodge Dart que fungía de taxi y que era conducido por un personaje de apellido Urdaneta, un maracucho de pura cepa.


Le pide al taxista que lo lleve a un hotel ubicado frente a la Plaza de las Madres (justo donde hoy funciona una venta de Cerámicas) donde supuestamente iba a encontrarse con unos paisanos que le tenderían la mano, pero no logra encontrarlos. Eran tiempos donde un teléfono celular solo podía ser visto en las películas de ciencia ficción, así que fue imposible que mi papá contactara a la gente que buscaba.

Sin saber a dónde dirigirse en una ciudad grande y nueva para él, a la sombra de la noche y con escasísimas monedas en el bolsillo, le pide al conductor que por favor lo lleve a buscar algún hotel económico. Entonces, el señor Urdaneta, mucho mayor que mi padre, le dice con la mayor naturalidad “No te pongáis a dar vueltas mijo, quién sabe qué te puede pasar por ahí, vente pa’ mi casa, descansáis y mañana vemos que pasa”.

Al otro día, bien temprano, el taxista lo traslada desde su casa del Saladillo a la costa oriental del lago, a las instalaciones de Etoxil en Santa Rita, de dónde había recibido la oferta de trabajo. Tras presentarse ante un capataz descubre que el trabajo se lo han dado a otro. El señor Urdaneta, quien lo estaba esperado en el vehículo, no le cobra nada a mi padre ante semejante situación. Por días le ofrece asilo en su casa, hasta que mi progenitor encuentra trabajo en la planta termoeléctrica Ramón Laguna de los Haticos, donde finalmente participaría en la construcción de las calderas 13, 14 y 15.

Mi padre, recién llegado a una Maracaibo que ya había derrumbado buena parte del Saladillo, decide que esta sería su ciudad. Sorprendido por la nobleza y honestidad de su gente, muy diferente al perfil humano de los habitantes de otras ciudades que había visitado, opta por volver a Colombia, casarse con mi mamá y traérsela al Saladillo (a una de las pocas cuadras que aún hoy continúan en pie). En el recién inaugurado Hospital Raúl Leoni del Marite nacería yo, y en el barrio el Saladillo pasaría mis primeros meses de vida.

¿En qué lugar del mundo un taxista te abre las puertas de su casa sin conocerte? ¿En qué otra ciudad encuentras personas que te tiendan la mano desinteresadamente, y te digan sin adornos las cosas que les disgustan para, media hora después, brindarte una bebida en aras de pasar el disgusto? La repuesta a estas preguntas conllevó a que este arqueólogo frustrado naciera en la tierra del sol amada, entre casitas de colores y rodeado de la mejor gente del mundo.

Por Jinderson Quiroz.

[Estoy recabando fondos para publicar un libro de mi autoría titulado 10 SECRETOS OCULTOS DE MARACAIBO. Si estás interesado en adquirir una copia digital por favor contáctame a través de mi cuenta twitter @maracaibogratis o déjame un mensaje]

lunes, 17 de septiembre de 2012

Hablemos de nuestro gusto por el aceite


Arturo Uslar Pietri (de ascendencia alemana) en su libro El Globo de Colores nos dejó la siguiente observación gastronómica: "Lo que el pueblo come retrata su historia y su psicología". 

Mandocas, papitas, pastelitos, empanadas, patacones, tostadas, niños dormidos, tequeños, las originales arepas con agüita de sapo, cabimeras y tumba ranchos, yoyos de plátano y teque-yoyos… aquí todo se come preferiblemente pasado por aceite e incluso nos damos el tupé de freír lo que ya está frito. ¿Pero por qué esta costumbre marabina?

Algunos historiadores aseguran que buena parte del gusto por freír los alimentos se lo debemos a los inmigrantes alemanes, quienes debido a la escasez de agua durante las épocas de guerra adoptaron esta costumbre para poder ingerirlos “sanamente”; las grasas Trans como la margarina, fueron creadas en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial para suplir las crecientes necesidades de mantequillas y mantecas naturales. Esta realidad, aunada al concepto de Fast Food introducido por los extranjeros que vinieron a trabajar en la industria petrolera, decantó en este sello único de Maracaibo a la hora de cocinar y comer. 

Sin embargo, no se puede dar por sentado que esto sea del todo cierto. Eugene Plumacher, quien fue cónsul de Estados Unidos en Maracaibo entre 1878 y 1910, cuenta en sus diarios que en nuestra ciudad todas las comidas nadaban en grasa. Las fechas, como puede verse, son previas a la Primera Guerra Mundial, por lo que se contradice con la teoría antes expuesta.

El académico Ernesto García Mac Gregor piensa, al igual que yo, que no es debido a los alemanes que sentimos tanto gusto por los alimentos fritos. Queda entonces preguntarnos de dónde se desprende este hábito que tantas barrigas a conseguido engrandecer y tantas arterias a logrado tapar.

[Estoy preparando la publicación de un libro titulado 10 SECRETOS OCULTOS DE MARACAIBO, donde expongo historias poco conocidas de nuestra ciudad. Si quieres apoyar mi proyecto adquiriendo por adelantado un ejemplar por favor contácteme a través de mi cuenta twitter @maracaibogratis o deja un cometario con tus datos]